Por la
ventana logré ver los hilos de tu bufanda, remojados en el frio de tu comedor.
El
caloventor me zumba es instrucciones para quedarme despierto y tengo la cara
tibia.
Cada tanto,
un movimiento cortito, casi espasmo, y vuelta al susurro.
A cada hora
la luz parece menos luz y los pájaros se acurrucan cerquita. Cierro los ojos
pero te escondes. Entonces me desvelo imaginando que estás acá, que no te vas,
que nunca te fuiste.
Miro por la
ventana otra vez. Hay una paloma que duerme y un poco de miedo.
Solo un
poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario